Dos Pastelitos
Hechos para compartir
Quizás pensarán que Dos Pastelitos nació del amor. Pero no.
Dos Pastelitos nació del miedo, del miedo a quemarme (en tantos sentidos). Más bien de las ganas de enfrentar el miedo, el miedo a conectar, el miedo a no hallar confianza, el miedo a sentirme fuera de lugar, el miedo a sentirme lejos de los (corazones de los) demás para siempre.
Dos Pastelitos nació, y eso es lo importante.
Dos Pastelitos nació del hambre de conexión, de cercanía, de confianza, de sencillez, de minimalismo, de confort.
Dos, porque uno no es suficiente. Dos, porque están hechos para compartir. Dos, postres que se sienten como un abrazo doble.
Así como yo, se ha ido transformando.
Así como yo, ha ido identificando más y mejor la dulzura que le pone a la vida, su papel que parece secundario pero que es esencial para crear este espacio que da la bienvenida al sabor que tiene el hogar para cada uno de nosotros.
Y es que compartido todo cobra sentido, compartido todo halla lugar para sanar a su ritmo, pero acompañados, siempre acompañados.
Dos Pastelitos habla de que la vida es dulce por los momentos simples que la conforman,
la vida es dulce por los espacios que hacemos para sostener a los demás, la vida es dulce cuando la compartimos desde nuestro lugar más vulnerable, la vida es dulce cuando nos damos cuenta de que hay riqueza al darnos a los demás, reconociéndonos abundantes en amor, en luz y en gracia.
La historia la seguimos escribiendo, y en este momento vienen nuevos formatos, nuevas ideas, y nuevas formas de compartir, al tiempo de la vida que queremos construir: más slow, más presente, más consciente, más experiencial.
Sigamos construyendo aquí, aquí donde horneamos el sabor a hogar.
Bienvenidos siempre a esta casa, a esta casa dispuesta a escucharlos, acompañarlos y crear momentos para compartir la luz que nos ha sido dada a cada uno.